17 enero 2009

Girona en prime time



Reiem, cantàvem i jugàvem alegres, nens irresponsables, lliures, desitjosos de ser nens, sense saber que, ben aviat, la L de l'autoscola se'ns retiraria per decret marcial i hauriem de regir-nos per les Lleis de la Convivència...


[Traumes infantils, volumen 2. Hectorcín contra el Mundo]

Calle indefinida. Ciudad de Girona. Gironès. Excursión familiar en un domingo de otoño. Edad aproximada:8.

Es un dia soleado y la hora de comer se acerca. La familia ha decidido comprar pollos a l'ast para tomarlos en una zona de esparcimiento, muy bucólica, junto al Estany de Banyoles.

Mientras mi padre y mi tío compran, mi hermana -que tendría dos añitos- y yo, nos quedamos al cargo de mi madre y mi tía, en un parque cercano, al lado del coche Renault 21 (rojo).



Puesto que el Sol está radiante y no hace frío, pese a ser octubre, decido quedarme en el coche jugando a la Game Boy (o similar). Típica escena de frustración materna.

Al estar dentro del coche, “vigilándolo”, las llaves están conmigo, junto al volante.
De repente, un mal augurio me recorre el espinazo: “¿Y si alguien pretende robar el coche ? ” ¿Cómo lo impido yo, que soy sólo un niño? Es necesario proteger el coche de los ladrones...dicho y hecho, subo todas las ventanillas [las de delante, accionando la llave en el contacto] y cierro los seguros de las puertas. Ahora puedo estar tranquilo. Sigo jugando a la Game Boy.

Quince minutos más tarde, me canso del coche y quiero salir a jugar. Llamo a voces a mi madre, que no me oye porque está al otro lado del parque; “No puedo dejar el coche así, con las llaves puestas, a merced de los ladrones”.

Se me ocurre que, si consigo salir del coche y mantener los seguros activados, los ladrones no podrán entrar. Bajo la ventanilla trasera, subo manualmente el seguro trasero, abro desde fuera [esto lo hacía siempre porque mi padre no permitía abrir el coche desde dentro en los asientos de atrás..hecha la ley, hecha la trampa]. Abierta la puerta, vuelvo a subir la ventanilla, cierro el seguro, cierro la puerta, y me voy a los columpios.

Diez minutos más, y se descubre el pastel. Las llaves han quedado dentro, y no hay forma humana de acceder al coche sin destrozar el cristal. La Guardia Urbana no puede ayudarnos.
Una empleada de una Caixa cercana nos ofrece una salita para comernos los pollos.

Mi padre decide ir en tren a Barcelona a por las llaves de repuesto. 4h más tarde volvemos a casa, tras un apacible domingo en familia.

La caravana masiva en la A-7 del diumenge vespre no perdona.